La justicia es un área de juegos donde todos pueden jugar

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Mi familia y yo éramos miembros de una pequeña misión bautista hispana en el centro norte de Texas. Nuestra misión llevaba a cabo los servicios de adoración en la capilla de la “iglesia madre”, la iglesia anglosajona.

Los niños hispanos de la misión habían recibido instrucciones de jugar solo en el área de juegos para niños pequeños. Había una cerca que dividía el área de juegos más pequeña del área principal. Ese domingo por la mañana, decidí abrir la puerta que dividía estas áreas e invité a mis amigos a unirse a mí en la revuelta.

Mi razonamiento fue simple. No era justo que no pudiéramos jugar en el área principal. La mayoría de mis amigos dijeron que no deberíamos ir al otro lado, sin embargo, los convencí de que estaría bien.

Nuestro tiempo de diversión en el área grande terminó abruptamente cuando un líder de la iglesia anglosajona nos vio y salió para decirnos que saliéramos de ahí.

Nunca olvidé sus palabras dichas con tanta ira: “¿No saben que ustedes, niños, pertenecen al otro lado de la cerca?”

Aunque tenía 8 años, y mis amigos y yo salimos avergonzados del área grande de juegos y caminamos de regreso a través de la puerta, supe en mi corazón que esta no era la forma en que Dios quería que se usara esta área de la iglesia.

¿Qué nos hacía diferentes a los otros niños? ¿Por qué no era igual para los niños hispanos jugar en el patio de recreo de la iglesia como los demás niños?

La razón de la desigualdad se basaba únicamente en nuestra etnia y color de piel. Sabía que nuestra dolorosa experiencia con el racismo sistémico probablemente hirió el corazón de Dios más que el mío.

Para mí, la justicia se ve como un área de juegos de una iglesia con niños de todos los orígenes y etnias jugando juntos de manera equitativa, celebrando la infancia. Sé que probablemente no es así como otros dirían que se ve la justicia, pero para mí así es, porque esta imagen es muy personal.


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La justicia es acción

La justicia es acción, y muchas veces, la justicia debe ser una acción correctiva contra el pecado sistémico que ha sido ignorado o simplemente tolerado. La justicia no solo clama por la igualdad, sino también por la equidad. La equidad es la parte de acción de la justicia que impulsa la igualdad.

El profeta Miqueas llama a los creyentes a “hacer” este tipo de justicia, lo que hace que sea más que un simple servicio de labios para afuera. Los cristianos ya no pueden ignorar el racismo sistémico. Debemos involucrarnos y erradicarlo de manera correctiva, especialmente cuando está en la iglesia.

Al crecer, nunca olvidé ese doloroso recuerdo y supe que no estaba basado en la Palabra de Dios y su amor por todas las naciones. Este evento no debería haber ocurrido en el patio de una iglesia, y yo estaba decidido a corregir activamente esta experiencia. Necesitaba hacer justicia.

Dios me llevó a seguir un doctorado en la Intercultural Studies School (Escuela de Estudios Interculturales) de la Universidad de Biola. Quería aprender cómo unir culturas y etnias a través del evangelio y la iglesia y, sí, incluso a través de un área de juegos.

En mis estudios, aprendí lo que ya sabía en mi corazón: Dios desprecia el racismo sistémico y todas las acciones discriminatorias. La xenofobia y la ideología nacionalista son los principales catalizadores pecaminosos del racismo y la discriminación.

La discriminación racista nunca debe ser parte de los “llamados fuera” de la antigua forma de pensar y actuar para ser la Iglesia. Como ekklesia, somos llamados a salir de nuestros patrones pecaminosos para experimentar un poder transformador sobre nuestra naturaleza pecaminosa y para ser una comunidad que da la bienvenida a todas las etnias en Cristo.

Viendo los resultados de la acción

Antes de terminar mi doctorado, fui pastor de una iglesia multiétnica en el sur de California. Un domingo por la mañana en particular, cuando entré corriendo a la iglesia, Dios dirigió mi atención al área de juegos. Fue entonces cuando vi a niños de todos los orígenes y etnias jugando juntos y divirtiéndose. Fue una gran experiencia ver ese lugar.

Lo que vi esa mañana fue justicia, y cualquier herida y dolor que abrigaba, debido a mi dolorosa experiencia previa en el patio de una iglesia, se desvaneció en un momento tan poderoso.

En Wayland Baptist University (Universidad Bautista Wayland), soy el decano asociado de la Escuela de Estudios Cristianos y enseño a los estudiantes que servirán en el ministerio verdades y metodologías bíblicas para continuar uniendo culturas y etnias.

Quiero que las futuras iglesias de mis estudiantes y sus áreas de juego sean lugares que den la bienvenida de Dios. Esta sigue siendo mi rebelión por la justicia correctiva equitativa.

El Dr. Joe Rangel es el decano asociado de la Escuela de Estudios Cristianos y enseña el ministerio cristiano en la Universidad Bautista Wayland. Recientemente se desempeñó como pastor ejecutivo en la First Baptist Church (Primera Iglesia Bautista) de Weslaco. Está casado con Sara y tienen un hijo increíble, David. 


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