Mi esposa y yo nos mudamos recientemente, lo que nos llevó a visitar media docena de iglesias en los últimos dos meses. Cada una parecía tener un inconveniente: la música no era tan buena, el mensaje no era lo que quería escuchar, o la asistencia dejó algo que desear; no tomaron la Comunión por el método al que estoy acostumbrado; sus ujieres parecían tener sonrisas poco auténticas; no tenían grupos pequeños; no tenían muchos programas de misiones.
Después de varias semanas, compartí mi frustración con una amiga. Ella dijo: “Solo recuerda, las iglesias están hechas por el hombre; por lo tanto, nunca serán perfectas. Acepta lo que son”. De repente, mi actitud cambió.
Hay mucho de qué quejarse en una iglesia. Pero ¿qué tal si dejamos de buscar lo que está mal? ¿Qué si buscáramos lo que está bien en nuestras iglesias? ¿Qué pasa si expresamos gratitud por lo que tenemos? La mayoría de nosotros tenemos mucho que agradecer en nuestras iglesias, pero la naturaleza humana tiene una forma de erosionar nuestro aprecio.
En su libro Comunidad y crecimiento, Jean Vanier nos instruye a “dejar de perder el tiempo corriendo tras la comunidad perfecta. Vive tu vida plenamente en tu comunidad hoy”.
Ese es un consejo maravilloso. Me gustaría ampliarlo ofreciendo varias formas concretas de practicar la gratitud y apreciar lo que tenemos en el entorno de nuestra iglesia, hoy.
Empiece por la perspectiva
¿Por qué un comentario ofende a un miembro de la iglesia y no a otro? La diferencia es la perspectiva. Es importante darse cuenta de que elegimos nuestras propias actitudes. No podemos controlar las acciones de otros o los eventos que suceden. Sin embargo, podemos controlar nuestras respuestas a esas acciones y eventos. La gratitud comienza con nosotros y nuestra perspectiva.
Pasar de las transacciones a las relaciones
El negocio de la iglesia es complicado y nuestras interacciones pueden convertirse en transacciones: “Buenos días. ¿Está el PowerPoint en esta computadora?” “¿Qué tan ocupada está la guardería?” “¿Quién está haciendo los anuncios?”
¿Qué si hiciéramos preguntas diferentes?: “¿Podríamos tomar un café o almorzar en algún momento de las próximas dos semanas, cuando estés disponible?” Luego use ese tiempo para preguntar: “¿Qué te llevó al ministerio? ¿Cuáles son tus mayores frustraciones? ¿Cuáles son tus mayores temores por la iglesia? ¿Cuáles son tus mayores victorias? ¿Cómo te sientes acerca de…?”
Fuimos creados para amar a otras personas. Lo hacemos mejor cuando conocemos a los demás y los apreciamos.
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Estar dispuestos
Las iglesias parecen necesitar siempre voluntarios e ideas. ¿Qué si nosotros, como laicos, fuéramos los primeros en ser voluntarios? Podríamos ofrecernos para enseñar un estudio bíblico o dirigir un grupo pequeño. Podríamos presentarnos para servir comidas a las personas sin hogar incluso si el papel que se nos ha asignado es cantar en el coro. Ofrézcase para hacer lo que la iglesia más necesite.
A menudo, estar dispuesto a presentarse en eventos o estar dispuesto a escuchar a los demás es el mejor lugar para comenzar. Si damos el primer paso, el Espíritu Santo tiene una forma de mostrarnos el siguiente.
Lanza una red más ancha. En lugar de poner expectativas solo en el liderazgo superior, ¿cómo podemos cultivar una comunidad de líderes que compartan un objetivo común? Las congregaciones y el personal pueden frustrarse fácilmente cuando el liderazgo no responde exactamente como les gustaría.
Pero los laicos también tienen oportunidades de liderar. Podemos comunicarnos con el comité de finanzas, el consejo de la iglesia, otros miembros del personal y miembros apasionados de la iglesia. Podemos fomentar la colaboración entre los ministerios de niños, jóvenes y mayores. Podemos ayudar a nuestros líderes a mantenerse enfocados en el objetivo final mientras proyectamos una red en torno a un grupo cada vez más amplio de personas que comparten ese objetivo.
Mi esposa y yo todavía no nos hemos decidido por una iglesia. Pero mi frustración ha sido reemplazada por un interés y aprecio genuinos. Para ser honesto, espero visitar más iglesias para ver cómo adoran a nuestro gran Creador.
Sé que cuando encontremos nuestra iglesia, no será perfecta. Pero así como Cristo me abraza a mí y a mis imperfecciones, lo mínimo que puedo hacer es vivir una vida de gratitud y apreciar lo que está bien en mi iglesia.
(Este artículo fue publicado originalmente en inglés en https://faithandleadership.com/laypersons-guide-practicing-gratitude)
Escrito por Mike Osler. Trad. por Alma E. Varela. Las opiniones expresadas aquí son solo del autor.







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